Nuestro país
cumple hoy tres décadas continuadas de democracia, una fecha que invita a
repasar los logros pero también las deudas del sistema
Un 10 de diciembre de 1983 la
República Argentina volvía a ver asumir a un presidente elegido por el pueblo
de la Nación en elecciones libres. Se trataba del radical Raúl Ricardo Alfonsín
que había derrotado en los comicios de octubre al justicialista Ítalo Argentino
Luder.
La democracia naciente trajo
consigo los sentimientos de libertad y esperanza pero el panorama era incierto.
Las inmensas desigualdades sociales existentes, gran parte de la economía en manos extranjeras, la industria nacional
desmantelada y una deuda de dimensiones abismales eran los pesados legados que
dejaba la más oscura dictadura cívico-militar que recuerde nuestro país.
El retorno al sistema democrático
advino con esos condicionantes pero se sobrepuso y por eso un día como hoy, a treinta
años de aquel trascendente suceso en la vida institucional de nuestro país, la
fecha genera un sinnúmero de sensaciones e invita a la reflexión.
En primer lugar, corresponde
celebrar enérgicamente este aniversario por lo que implica en nuestra
historia. Cabe destacar que estos años
permitieron a la ciudadanía elegir en comicios limpios y sin proscripciones a
seis presidentes, entre ellos, dos radicales y tres justicialistas. También
permitieron someter a juicio penal a aquellos criminales que atentaron contra
su propio pueblo durante la dictadura cívico-militar, posibilitaron el divorcio
vincular, la firma de un Tratado de Paz con Chile por el Canal de Beagle, las
primeras gestiones con Brasil dando paso al proceso de integración
latinoamericana, la reforma de la Constitución incorporando a ella Tratados de
Derechos Humanos.
El sistema democrático resistió
la aguda crisis social y económica del 2001 que provocó la renuncia de un
presidente y el paso de cinco ciudadanos por la máxima magistratura del país en
sólo veinte días.
También la democracia permitió
sancionar una Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, la Asignación
Universal por Hijo, el Matrimonio Igualitario, la identidad de género, la recuperación de las empresas
nacionales, entre otras trascendentes conquistas.
Los logros son notables pero
también existen severas deudas que la democracia aún no ha podido saldar y que
son imperativos urgentes para nuestro futuro. Así, la exclusión social debe ser
desterrada de la Argentina, debemos retornar al país del pleno empleo que
supimos tener, el desendeudamiento definitivo del Estado, la derogación de
todas las normas sancionadas por dictaduras militares aún vigentes, son algunos
de los pasos que la democracia argentina aún adeuda.
Treinta años no es poca cosa, es
el periodo democrático más extenso que nuestra historia recuerde y ello merece
le alegría de cada uno de los argentinos por la democracia que, entre todos,
supimos conseguir.
José Ignacio López.
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